Rebeca. Sola. Siempre había querido estar así. Caminar por una plaza en verde. Sola la plaza. Siempre había querido algo así como un perrito. Que nunca creciera. Algo leal. Algo que dijera: Yo no soy Rebeca. Algo ayer y hoy. Siempre había querido salir, crecer libre, sentirse bonita, bañarse al vino, dormir para siempre. Pero hay que aceptarlo. No es Rebeca, es el aquí, el ahora, el presidente, los ministros, el país, la ciudad, los padres, las comas y Disney. Querer no es poder.
Pero rebeca está sola en la casita amarilla de Rebeca. Pegada a la ventana del yo quiero quedarme contigo, pegada a la ventana empañada del aliento que viene y va, con una cabeza mojada. Que frío, que nada, que adan.
Siempre había parecido que vivir era alguna clase de precio, que llegaba el momento de pagarlo todo, pero solo era una sesión de poesía en la ciudad. ¿Qué tal si terminara todo? Que todo fuera una sola, un frío. Qué tal si no fuera un pareciera.
Rebeca siempre había estado acostumbrada a la vida del siempre, a la del “como”, a la del “tal vez”. Siempre acostumbrada a la cocina, a una casa amarilla, a levantarse a las 7:00, al baño de dos minutos, a la secada, a las tostadas con sabor a cartón, a un trabajo sin pago.
Mismos días misma mierda.
Lo de enfermera ya no iba, ni Belgrano, ni la guitarra. El vidrio es una nueva obsesión, como para ellos la tele o no hacer nada. “siempre debe estar empañado. Y quiero enfatizar en el siempre”. Rebeca. Ayer y hoy. De nunca a un siempre. Que frío, que nada, que adan. Ahora que estaba así, sola. Que el tipo se había ido (gracias a vaca), que la luz ya no se podía prender y que solo estaba el vidrio. Sola. Siempre. En nombre de la vaca.
Volver, Rebeca siempre fue sinónimo de ni mierda, de quiero un perrito que nunca crezca, de una mujer como Bobby el serio del kínder. Siempre fue sinónimo de Kinder. Seria. Sin tilde. Una mujer sin presidente, sin concejo, sin ciudad, sin vacas. Una mujer de vidrio.
Nunca enamorada más que lo suficiente. Solo en esto lo del punto miedo.
Estúpida. Estúpida. Estúpida.
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